A Juan Mata
04.11.2008 | 17:41
JUAN PINILLA Nunca se lo he podido decir personalmente porque he tenido pocas ocasiones de estar cerca de él, pero yo a Juan Mata lo admiro generosamente. A Juan Mata, como otros pocos ilustres granadinos que han pasado a mi parcela de admirados, lo conocí en esta casa, en las inconmensurables entrevistas que hacía el maestro Espínola. Leía la entrevista una y otra vez, me la estudiaba, intentaba interiorizar algunas frases que consideré interesantes para hacerlas mías, intenté nutrirme de su elocuencia, de su verbo ágil, de la sutileza y armonía de sus disertaciones, con ese ir desgranando palabra tras palabra sentenciosos pensamientos que, siendo firmes, los esbozaba con una inefable dulzura que no manchaba a nadie...
Ya lo dijo en una ocasión nuestra diputada de Cultura, Choni, con su peculiar gracejo, “Juan Mata, ¿cómo puedo pensar igual que tú y no ser capaz de explicarlo tan maravillosamente?”. Y es que Juan Mata es de admirar, asombra por la humanidad que desprende su persona, por su humildad y por su brillantez. Considero brillante el empeño que ha tenido con la educación, con la pedagogía, con el fomento de la lectura. Comentó en su día que a los niños hay que invitarlos al mejor banquete de cultura, que los mayores tenemos esa obligación moral, luego los niños se sentarán o no, pero ésa es nuestra obligación, y a mí me parece algo muy lógico. Está convencido de que el futbol se puede orquestar con la lectura, con asomarlos al balcón del conocimiento, con la televisión...
Luego uno se ha preocupado por saber algo más de los personajes admirados, y echando un vistazo a su biografía, lo encontramos desde primera hora colaborando con las asociaciones de vecinos, posteriormente en el Ayuntamiento realizando una encomiable labor. Pero, como dijo en cierta ocasión Cela, la mayoría de los políticos son demasiado mediocres como para escribir sobre ellos, y Juan Mata no pegaba ni con cola ahí, muerta ya la teoría del rey-filósofo platónica, así que pronto abandonaría el Ayuntamiento y se dedicó a su pasión, la docencia y la pedagogía.
Lo de Juan Mata es una clara vocación, pero además su filosofía debería extenderse por doquier... La formación de los niños, preadolescentes y adolescentes puede cambiar el mundo hacia otros derroteros, con cultura, sí señor, con cultura, “asomarlos al balcón del conocimiento y que vean que hay todo un mundo de números y letras que conquistar, amén de la eterna conquista de la mente, y que con todo ello podemos avanzar hacia el desarrollo de lo mejor que es capaz de dar de sí el ser humano, hacia la libertad, la democracia, la tolerancia... Hacia todo eso en que centra sus pasos Juan Mata, que está en lo cierto.
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