COLUMNA DE AGUSTÍN MARTÍNEZ

Columna escrita por uno de los periodistas más reputados de Granada. Director de los informativos de la Cadena Ser y Localia. Agustín Martínez

JUAN PINILLA Y CURRO ALBAYZÍN

Al uno por lo cortés y al otro por lo valiente... Y a los dos por su arte, su autenticidad y su honradez. Vaya por delante que no soy un experto, ni siquiera un mediano aficionado al flamenco, a pesar de lo cual todavía siento la emoción que Juan Pinilla y Curro Albayzín me trasmitieron con sus cantes del martes pasado en Víznar –en la escuela y en las pozas– y sólo unas horas después, en la casa de Federico García Lorca en Valderrubio.

Estoy convencido de que no hay que ser un especialista para saber cuándo estás siendo testigo de algo importante de verdad y tengo la certeza de que las veladas de la noche del martes, y de la madrugada y tarde del miércoles, lo fueron a carta cabal.

Hablar de Curro Albayzín, y hacerlo de un 19 de agosto, es sencillamente imposible, porque las emociones que siente el artista y que hace llegar a quienes se encuentran a su lado son indescriptibles, como lo son las que Curro siente en su alma cada vez que evoca a Federico.

Acercarse a Juan Pinilla, en esa o en cualquier otra noche, es pura y simplemente adentrarse en un nuevo concepto del flamenco, romper con todos los estereotipos y huir de los prejuicios que hayamos podido ir acumulando al respecto. Discúlpenme los críticos, los especialistas y los aficionados, pero uno tiene la sensación de que Juan va a marcar, si no lo está marcando ya, un antes y un después en el flamenco. Y no lo digo por sus cantes ni por su prodigiosa garganta, sino por su forma de entender el flamenco, el arte y la vida.

Juan es la elegancia hecha artista, pero también la inteligencia, la cultura y el afán de superación. Alguien que asegura que aspira a ser un aficionado libre antes que un cantaor esclavo de la administración, ya va dando una idea de la personalidad que atesora este hueteño.

Pinilla es un auténtico lujo para Granada y para el flamenco, que espero no sea devorado por la una y por el otro. Alguien que mamó a Chacón, aprendió con Ávila y canta palos flamencos con letras de José Hierro o Ángel González sólo puede ser un tipo fuera de lo común que aspira a ser feliz y hacer felices a aquellos que quiere. Disfrútenle y siéntanse orgullosos de ser sus paisanos.