LAS MEJORES PELÍCULAS DE WOODY ALLEN

No sólo de flamenco vive el hombre, que diría el escritor y amigo Jorge Fernández Bustos. A veces, en medio de tanto quejío, en medio de tanto drama y sonido negro, enmedio de tanto cante telúrico, me doy un respiro con Woody Allen, uno de mis directores favoritos. Creo que de sus alrededor de 40 títulos en mi lista faltan muy pocos por ver y observar. Algunas de sus películas las he visto decenas de veces y son una fuente de inspiración para mi en cuanto al mensaje y al contenido moral, político y artístico de sus filmes. Por supuesto que en el aspecto musical, la selección de los temas es digna de estudiar, Woody Allen se caracteriza por tener un gran gusto para la música y son de sobra conocidas sus intervenciones como músico en un grupo de jazz.

Llegados aquí, convendría hacer un alto en el camino y redefinir el TÍTULO: Las mejores películas de Woody Allen, según un modesto aficionado al cine. Decir a "su cine" me delimitaría como mero observador de sus películas y no es así, porque como me ocurriera de joven con Francisco Umbral, cuyos libros me llevaron a Baudelaire, Saramago, García Márquez, Proust, y me abrieron al mundo de la literatura, Woody Allen me ha llevado a Ingmar Bergman, a Marshal Mac Luhan, o a títulos de cine clásico como el Halcón Maltés, Casablanca, Perdición de Billy Wilder y el Acorazado Potemkin, entre otros. Aunque también puedo asegurar sin temor a equivocarme que Allen me ha incitado a leer algunos de los poetas y escritores que menciona en sus películas con esa vehemencia inefable: Silvia Plath, James Joyce o Chéjov, por citar algunos ejemplos.

MIS PELÍCULAS FAVORITAS DE WOODY ALLEN:

1. Annie Hall: Este film, que coincide en la mayoría de las quinielas cinematográficas como la mejor obra realizada por el director neuyorkino me traslada a una especie de novela de cualquier escritor romántico del siglo XIX, de esos que tomaban vinagre para parecer mas escuálidos. La obra me sumerge de lleno en esa bella relación, intensa pero efímera, y quizá lo efímero potencie la intensidad. Dos seres que se desnudan ante la pantalla, que nos muestran sus distintas versiones del amor, el desamor, los celos, la indiferencia, literatura, vida, muerte... Pocas películas retratan la complejidad de las relaciones humanas con un prisma tan ácido y acertado como este.

2. Manhattan: Rodado en blanco y negro, la película es un homenaje a Nueva York. He de confesar, que salvo contadas excepciones, las películas de este director que más me apasionan son las que él ejerce como actor. En Nueva York, el mejor Woody Allen dibuja un retrato hermoso de la ciudad "a la que ama". Llega un punto en que te hace apreciar algo para mí impensable: los rascacielos. Allen está en un punto especialmente creativo con ese don poético que lo caracteriza. Interpreta el papel de artista enamoradizo e hipocondríaco que tan buenos resultados le ha dado, que no encuentra su sitio en el mundo, que cree que la vida es una basura pero que a pesar de ello merece la pena vivirla. Una moraleja que se repite en la mayoría de sus películas y que en este film se narra con una delicadeza asombrosa. La imagen de Diane Keaton y Woody Allen sentados amaneciendo frente al puente de Brooklyn, ha pasado ya a la Historia de las más bellas imágenes del cine contemporáneo.


3. Hannah y sus hermanas. Aunque llegado a este punto podría hablar de otras películas que me rondan la cabeza, como La Rosa Púrpura del Cairo, quiero ser fiel a mis principios y mis gustos. En esta película, el mejor Woody Allen se reinterpreta a sí mismo (él lo niego reiteradamente). Artista e hipocondriaco que de repente parece que le descubren una enfermedad verdadera. Pasa las semanas más angustiosas de su vida, con ataques de pánico en mitad de la noche, creyendo que tiene una enfermedad terminal hasta que recibe los resultados médicos y éstos son positivos. Estalla de júbilo al salir del centro médico pero de repente algo lo paraliza como un rayo. A partir de ahí la comedia se convierte en una sucesión de preguntas, todas esas preguntas que se hacen los seres humanos en algún punto de su vida y que tienen que ver con la existencia, con el sentido de la vida. El final, como hemos dicho arriba, es un canto al optimismo a pesar de las dificultades y las miserias que la vida presenta.


4. Desmontando a Harry. Sí, para mí el cuarto puesto lo ocupa esta comedia ácida donde me reconozco tanto. No desde luego en todas las tragedias que le ocurren a Harry Block, pero sí en esa manera de vivir desarraigada, un poco torpe, y esas constantes metidas de pata por no saber explicar a tiempo y con las palabras exactas lo que verdaderamente sientes. ¿No les ha ocurrido a alguno de ustedes esto que digo? El film no tiene pérdida, es de un ritmo y una viveza espectacular. Hay varios speech, uno de ellos en el que participa Robbie Williams, muy entrenetidos. Humor y más humor en una comedia que a veces roza el surrealismo y que, desmontada, es un retrato crudo de la realidad aunque, a pesar de esa crudeza, siempre hay un mensaje de optimismo.


A partir del quinto lugar se amontonan las ideas, los recuerdos y las sensaciones que estas películas han cultivado en mí. LA ROSA PÚRPURA DEL CAIRO, BALAS SOBRE BROADWAY, MARIDOS Y MUJERES, DELITOS Y FALTAS, BROADWAY DANNY ROSE, EL DORMILÓN, MISTERIOSO ASESINATO EN MANHATTAN, MATCH POINT o la última que aún está en cartelera, BLUE JAZMINE, me parecen odas al cine, a la fotografía, la imagen, los buenos guiones y la capacidad para sacar de los grandes actores con los que trabaja un resultado delicioso.

Les recomiendo darse una vuelta por el Universo sentimental del cine de Woody Allen. Aunque sus personajes sufran, y eso a veces nos produce dolor a nosotros como espectadores, si desmontamos a Woody Allen como en Desmontando a Harry, veremos que todos y cada uno de estos filmes son un canto a la belleza, a la alegría de vivir la vida, a la hermosa experiencia que supone estar vivo, sea el tiempo que sea, pero estar vivo y disfrutar de todo lo que sea capaz de llenar tus sentidos. SE LO RECOMIENDO

NIÑO DE LAS ALMENDRAS Y PANAERO DE MONTEFRÍO. 2004.


JUANILLO HEREDIA Y EL NIÑO DE LAS ALMENDRAS

Son insustituibles, cada uno en los suyo, en su personalidad, en lo que aportaron tanto al Sacromonte como al Albayzín. Esta foto está tomada en 2005. Tuve la suerte de poder conocerlos, especialmente a Juanillo, con el que tuve más trato y cercanía. Era un filósofo, un maestro en lo flamenco y en la vida, tenía la virtud de saber utilizar las palabras adecuadas para cada momento. No se sentía superior ni inferior a nadie, quizá por eso, delante de Curro Albayzín y de un servidor, tuvo unas palabras subidas de tono pero de tú a tú con el alcalde de Granada que no gustaron nada al regidor. Juanillo se levantó de la reunión y se fue con su dignidad intacta, pero su mensaje lo había oido el alcalde alto y claro.
Hay mucho que contar sobre ellos y mucho que aprender. El de las Almendras es otro de esos personajes inexorables en la noche flamenca granadina. Ha dejado un gran hueco y sobre todo una gran herencia: la perpetuidad del artista, del que muere con las botas puestas. Que en paz descansen los dos. Mi humilde recuerdo a ellos.