Noche de San Juan y FEX
24.06.2008 | 13:27
JUAN PINILLA Granada es estos días toda una hoguera de estudiantes desarbolados que buscan alquilar un piso ‘decente´ para el año que viene, una hoguera de monjas semi enanas que pasean sus hábitos por Bibarrambla y por Plaza Nueva, de promotores inmobiliarios que dejan a deber otro café en el bar de la esquina, con camarero de cejas pobladas y cocinera hembrona y divorciada. Pero Granada arde también de otra manera en las noches de San Juan, como cada año… Granada es un fuego fatuo de corcheas y semicorcheas, de viento y cuerda, de lírica y poesía…
La noche de San Juan arde en nuestras playas con fuegos que dejan un enorme hedor a pescado podrido, mientras en el Parque García Lorca, las Pasiegas o Puerta Real, la música, el teatro y el humor, queman la incertidumbre, hacen cenizas la crisis y reavivan esa ilusión dormida que todos llevan dentro. Alguien dijo que la música amansa a las fieras, y Enrique Gámez y todo su equipo de colaboradoras han querido convertir a Granada de nuevo en capital cultural mundial otro junio más. Digo colaboradoras porque todas son féminas, mujeres encantadoras, extrovertidas, dinámicas, bellas, cultas, auténticas, y digo ‘amansa a las fieras´ porque no corren buenos tiempos para andar sin música por este mundo de hipotecas gangrenadas, Euribor y políticos que se tiran de los pelos a mediodía y luego cenan juntos quisquillas por la noche.
Granada coge luz de corpus y en la noche de San Juan brilla al son del Tango, o se enciende bajo la batuta de Barenboim, baila a compás flamenco y se deja llevar por la suave brisa de un oboe que acompaña el trayecto en autobús desde Cartuja hasta el Zaidín. Enrique Gámez cierra los ojos, analiza el concierto, mira a su alrededor cerciorándose de que todo está correcto, se levanta y se va en taxi al siguiente concierto. En el trayecto abre la ventanilla, se vuelve a inspirar por la brisa veraniega (algún aroma perdido de su pueblo jienense le viene a la memoria) y termina la jornada casi a la hora de comenzar de nuevo.
Gámez cree en la música, la siente, la interpreta, es su vida, le ilusiona y motiva a diario. Cree en la música y cree en su equipo de mujeres eficaces, contundentes. Anoche fue la de San Juan, una velada mágica para muchos y para muchas, pero Enrique piensa que con un poco de ingenio podemos tener varias semanas de noches mágicas, de noches de San Juan, y quemar nuestro interior al son de una orquesta, hasta purificarlo, hasta reinventarnos.
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