PINILLA Y PARRÓN GUSTARON EN LA NOCHE FLAMENCA DEL SACROMONTE


Parrón y Pinilla. Pinilla y Parrón. Una combinación de flamencos granadinos de la que solamente podía salir algo interesante. Si a ello se le suma la cada vez más fantástica guitarra de Luis Mariano y el baile gitano de Encarni Heredia resulta que tenemos una noche de duende en un maravilloso entorno natural donde uno llega sin aliento y finalmente se marcha satisfecho y con las mangas de la camisa hasta las muñecas por la progresiva bajada de la temperatura.Arrancó Juan Pinilla a base de versos que entran a la perfección con soniquetes de zambras, tangos y bulerías. Su innovación no gusta a algunos pero su tono embruja hasta a los más ortodoxos. A estos se los lleva a donde quiere haciendo la levantica, recorriendo los cantes abandolaos de Málaga, explicando quién era 'El Cojo de Málaga' y Juan Breva. De Lucena a Ronda, de Granada a los aires de Cádiz, un repaso por Andalucía y Levante que dio paso a un cante que no debería tener tan apartado en su repertorio: la seguirilla. Aquí guitarrista y cantaor se fundieron en uno marcando cada matiz del palo, cada remate de los tercios, cada quejío de la voz. Estoicismo en el cante y sonrisa en sus labios, así es Pinilla.Se unió al hueteño el Tom Waits del flamenco granadino, Jaime Heredia 'El Parrón'. Los dos jalearon a Encarni en tiempos de soleá por bulería que con un baile sencillo pero lleno de flamencura armó una pequeña fiesta en el escenario perfectamente rematada por un taconeo y unas gotas de 'salvajismo' típicas del barrio granadino.Torrente de voz'El Parrón' se quedó ya junto a Luis Mariano comenzando por alegrías, palo que sirvió al técnico de sonido para medir el importante torrente de voz que estaba sobre las tablas. Por soleá todo estaba en su sitio y Jaime volvió a dar muestras de que este palo lo canta como pocos. Su voz rasgada y castigada salvó holgadamente las malagueñas para bajo el lema 'Juan, vamos a hacer cositas' pasar a interpretar una caña a dos voces. Se les perdona a ambos la falta de compenetración ya que estos 'experimentos' arriesgados al menos presentan innovación y valentía. La noche se remató acertadamente por tangos y aquí apetecía que el padre de Marina no parara nunca de cantar y Encarni de bailar. Pero todo acaba y el fin de fiesta por bulerías dejó claro que estos cuatro se quieren, que se lo estaban pasando bien y que, como diseccionó Paco Espínola al principio de la velada, el flamenco está por encima de razas, presupuestos, patrimonios y medallas.

TEXTO: JOSÉ MANUEL ROJAS. DIARIO IDEAL.

FOTO: JUAN ANTONIO MARTÍN