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DESDE LO JONDO
JUAN PINILLA | ACTUALIZADO 25.11.2012 - 01:00
UPyD: si no les gustan, tengo otros
ÁLVARO Pombo, escritor y premio Nadal de narrativa, criticó con persistencia la inutilidad del Senado hasta el mismo día en que encabezó la lista de UPyD a la cámara baja en las pasadas elecciones generales. Su postura, es una contradicción más dentro de un partido que no se aclara ideológicamente.
UPYD, que cuenta entre sus filas con personas que se definen de izquierdas o vienen de la izquierda, es el partido mejor valorado por la extrema derecha española según publicaron algunos medios poco antes de las elecciones generales. La extrema derecha, en general, siente predilección por los radicales que vienen de la izquierda (Mussolini, Pío Moa, Jiménez Losantos…), así que no nos extraña que les ocurra lo mismo con Rosa Díez.
En Armilla, donde han desatado una guerra política, ya se les pidió explicaciones por el pacto con el PP, algo que habían descartado durante la campaña electoral, empero cabría señalar que no se trata de una decisión unilateral de los "upeideros armilleros", si no la tónica de UPyD a nivel nacional. Su máxima dama, Rosa Díez, Gran Hermano del ego-partido, criticó en 2008 la "chapuza" que se le hacía al reglamento con la formación del grupo mixto que entonces conformaron IU-ICV, BNG y ERC. El 11 de noviembre de 2011 dijo que no aceptaría "ayuda de ningún partido para formar grupo político propio" y el 15 de diciembre forma coalición con el partido Foro Asturias, de Álvarez Cascos.
A mí UPyD me recuerda mucho a una frase de Groucho Marx que le he sugerido a Rosa Díez por Twitter, sin respuesta, claro, como eslogan: "Estos son mis principios, y si no les gustan, tengo otros".
El personalismo del partido (criticado por los mismos afiliados), su modelo de Estado, su crítica a las autonomías, su abstención en la huelga general, la falta de democracia interna, como han explicado los numerosos cargos y militantes que se han dado de baja, sus propuestas económicas, la petición de reforma del código penal para recuperar el delito de convocatoria ilegal de elecciones o consultas populares, su crítica a los sindicatos, su postura contra el aborto, su antinacionalismo y los pactos de gobierno que han formado en los ayuntamientos y regiones donde tienen representación, además de mostrar su nítida tendencia derechista en sintonía con el modelo neoliberal, ponen de relieve la ambición y el camaleonismo de una señora que estuvo cobrando del PSOE incluso después de anunciar que se marchaba (ahora critica a los tránsfugas) y su afán desmesurado por alcanzar el poder, abrazarlo y aferrarse al mismo cueste lo que cueste.
UPYD, que cuenta entre sus filas con personas que se definen de izquierdas o vienen de la izquierda, es el partido mejor valorado por la extrema derecha española según publicaron algunos medios poco antes de las elecciones generales. La extrema derecha, en general, siente predilección por los radicales que vienen de la izquierda (Mussolini, Pío Moa, Jiménez Losantos…), así que no nos extraña que les ocurra lo mismo con Rosa Díez.
En Armilla, donde han desatado una guerra política, ya se les pidió explicaciones por el pacto con el PP, algo que habían descartado durante la campaña electoral, empero cabría señalar que no se trata de una decisión unilateral de los "upeideros armilleros", si no la tónica de UPyD a nivel nacional. Su máxima dama, Rosa Díez, Gran Hermano del ego-partido, criticó en 2008 la "chapuza" que se le hacía al reglamento con la formación del grupo mixto que entonces conformaron IU-ICV, BNG y ERC. El 11 de noviembre de 2011 dijo que no aceptaría "ayuda de ningún partido para formar grupo político propio" y el 15 de diciembre forma coalición con el partido Foro Asturias, de Álvarez Cascos.
A mí UPyD me recuerda mucho a una frase de Groucho Marx que le he sugerido a Rosa Díez por Twitter, sin respuesta, claro, como eslogan: "Estos son mis principios, y si no les gustan, tengo otros".
El personalismo del partido (criticado por los mismos afiliados), su modelo de Estado, su crítica a las autonomías, su abstención en la huelga general, la falta de democracia interna, como han explicado los numerosos cargos y militantes que se han dado de baja, sus propuestas económicas, la petición de reforma del código penal para recuperar el delito de convocatoria ilegal de elecciones o consultas populares, su crítica a los sindicatos, su postura contra el aborto, su antinacionalismo y los pactos de gobierno que han formado en los ayuntamientos y regiones donde tienen representación, además de mostrar su nítida tendencia derechista en sintonía con el modelo neoliberal, ponen de relieve la ambición y el camaleonismo de una señora que estuvo cobrando del PSOE incluso después de anunciar que se marchaba (ahora critica a los tránsfugas) y su afán desmesurado por alcanzar el poder, abrazarlo y aferrarse al mismo cueste lo que cueste.
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