Si tuviera que elegir una palabra para definir a este joven cantaor granadino no lo dudaría: afición, pues sobre ese concepto, tan poco valorado en los tiempos que corren, descansa la corta pero intensa carrera artística del cantaor que traemos a esta sección. Echemos un vistazo a su perfil biográfico para certificar lo dicho:
Juan Pinilla Martín, “Juan Pinilla” para el arte, nació en Huétor-Tájar en 1981 en el seno de una familia obrera de aficionados al flamenco donde la música que amamantaba su infancia era la de Chacón, la Niña de los Peines, Marchena, Caracol, Mairena, Manuel Vallejo, El Gloria o El Carbonerillo. Pero se aficionó decididamente tras asistir al concurso de cante flamenco de Loja en el año 91, donde sintió en primera persona el dolor y las fatigas de quienes cantan como mejor saben para alcanzar un premio. Años más tarde comenzó la carrera universitaria de Traductores e Intérpretes en la capital de la Alhambra, entablando contacto con el mundo del flamenco granadino y aprendiendo de Curro Albayzín, Curro Andrés, Paco Moyano, José Carlos Zárate y Francisco Manuel Díaz, todos ellos cantaores y guitarristas locales que le abrieron las puertas de los primeros secretos del cante. Paralelamente entabló amistad con Francisco Ávila, gran aficionado de Montefrío, que le introdujo en las formas de Manuel Ávila, Chacón, Tomás Pavón y Manuel Vallejo. Aprende con rapidez y poco a poco se va abriendo camino en el mundo del flamenco granadino, logrando sus primeros premios en los concursos de Íllora y Granada; a los que se añaden los obtenidos en Almería, Málaga o Barcelona. Con este bagaje se enrola en la compañía del guitarrista José Carlos Zárate y la escritora Paula Marín lo lleva por primera vez a la Peña La Platería, de la que más tarde sería miembro de su junta directiva. Posteriormente visitó países como Alemania, Polonia, Irán, Dinamarca, República Checa, Japón, Portugal o Austria. Y compartió cartel con figuras cuales son Fosforito, Juanito Valderrama, Chano Lobato, Luis el Zambo, Miguel Poveda, Marina Heredia o Rancapinos. En el Festival Internacional del Cante de las Minas ha obtenido hasta siete primeros premios –en distintas ediciones-, alzándose en 2007 con la “Lámpara Minera”; siendo así el único cantaor granadino que posee esta distinción en la actualidad (El último en ganarla fue Manuel Ávila, su maestro, fallecido en 1993). Asimismo, ha participado en programas de televisión y radio de cadenas nacionales e internacionales, ha colaborado en varias antologías de cante flamenco y en la grabación que acompaña al libro “The song of the outcast” del escritor británico Robin Tottem. Tras su sonado triunfo en La Unión, prepara la grabación de su primer disco en solitario con el sello RTVE.
Paralelamente, cabe destacar su labor como estudioso e investigador de flamenco, con trabajos -aún por concluir- sobre los cantes de Granada y las biografías de Cobitos y Manuel Ávila; y como colaborador en el diario “La Opinión de Granada” y la revista especializada EL OLIVO.
Ya me dirán si no es admirable la trayectoria de tan joven artista. Pero ahora le llega lo más difícil: demostrar en cada uno de los escenarios que pise –que van a ser muchos- que no estábamos equivocados los que siempre vimos en él al cantaor fiel a una escuela, la del cante escondido en los rincones más lúcidos de la memoria. Manuel Ávila, ya en el altito Cielo, estará sonriendo al ver que el tiempo le ha dado la razón. Y Juan Pinilla, que está en la Tierra, debe seguir siendo fiel a sí mismo.
© Paco Vargas. Marbella, agosto de 2007
Juan Pinilla Martín, “Juan Pinilla” para el arte, nació en Huétor-Tájar en 1981 en el seno de una familia obrera de aficionados al flamenco donde la música que amamantaba su infancia era la de Chacón, la Niña de los Peines, Marchena, Caracol, Mairena, Manuel Vallejo, El Gloria o El Carbonerillo. Pero se aficionó decididamente tras asistir al concurso de cante flamenco de Loja en el año 91, donde sintió en primera persona el dolor y las fatigas de quienes cantan como mejor saben para alcanzar un premio. Años más tarde comenzó la carrera universitaria de Traductores e Intérpretes en la capital de la Alhambra, entablando contacto con el mundo del flamenco granadino y aprendiendo de Curro Albayzín, Curro Andrés, Paco Moyano, José Carlos Zárate y Francisco Manuel Díaz, todos ellos cantaores y guitarristas locales que le abrieron las puertas de los primeros secretos del cante. Paralelamente entabló amistad con Francisco Ávila, gran aficionado de Montefrío, que le introdujo en las formas de Manuel Ávila, Chacón, Tomás Pavón y Manuel Vallejo. Aprende con rapidez y poco a poco se va abriendo camino en el mundo del flamenco granadino, logrando sus primeros premios en los concursos de Íllora y Granada; a los que se añaden los obtenidos en Almería, Málaga o Barcelona. Con este bagaje se enrola en la compañía del guitarrista José Carlos Zárate y la escritora Paula Marín lo lleva por primera vez a la Peña La Platería, de la que más tarde sería miembro de su junta directiva. Posteriormente visitó países como Alemania, Polonia, Irán, Dinamarca, República Checa, Japón, Portugal o Austria. Y compartió cartel con figuras cuales son Fosforito, Juanito Valderrama, Chano Lobato, Luis el Zambo, Miguel Poveda, Marina Heredia o Rancapinos. En el Festival Internacional del Cante de las Minas ha obtenido hasta siete primeros premios –en distintas ediciones-, alzándose en 2007 con la “Lámpara Minera”; siendo así el único cantaor granadino que posee esta distinción en la actualidad (El último en ganarla fue Manuel Ávila, su maestro, fallecido en 1993). Asimismo, ha participado en programas de televisión y radio de cadenas nacionales e internacionales, ha colaborado en varias antologías de cante flamenco y en la grabación que acompaña al libro “The song of the outcast” del escritor británico Robin Tottem. Tras su sonado triunfo en La Unión, prepara la grabación de su primer disco en solitario con el sello RTVE.
Paralelamente, cabe destacar su labor como estudioso e investigador de flamenco, con trabajos -aún por concluir- sobre los cantes de Granada y las biografías de Cobitos y Manuel Ávila; y como colaborador en el diario “La Opinión de Granada” y la revista especializada EL OLIVO.
Ya me dirán si no es admirable la trayectoria de tan joven artista. Pero ahora le llega lo más difícil: demostrar en cada uno de los escenarios que pise –que van a ser muchos- que no estábamos equivocados los que siempre vimos en él al cantaor fiel a una escuela, la del cante escondido en los rincones más lúcidos de la memoria. Manuel Ávila, ya en el altito Cielo, estará sonriendo al ver que el tiempo le ha dado la razón. Y Juan Pinilla, que está en la Tierra, debe seguir siendo fiel a sí mismo.
© Paco Vargas. Marbella, agosto de 2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario