GRANADA TIERRA TOCAORA.
REFLEXIÓN DE LA SITUACIÓN DEL GUITARRISTA ACOMPAÑANTE
El asunto del guitarrista es algo que siempre me ha llegado al corazón. Todo cantaor lleva un guitarrista dentro, sobre todo un guitarrista de acompañamiento, lo mismo que todo guitarrista tiene su cantaor, su modelo de cantaor, en la cabeza, y no son pocos los ejemplos de guitarristas que cantan (y muy bien, véase Antonio Carrión) y de cantaores que tocan la guitarra de forma muy aceptable. Pero vamos por otros derroteros, vamos a decir algo que quizá no se ha dicho nunca, y lo decimos desde Graná, porque creemos justo y necesario que los guitarristas tomen un poco de conciencia y sobre todo reivindiquen el sitio que merecen.
Cuando me refiero a lo de ‘lo decimos desde Graná’ me refiero a la responsabilidad que supone hablar de estos temas desde la tierra de Los Ovejillas, Juan, Pepe, Luis y Carlos Habichuela, Agustinillo, Miguel ‘El Santo’, Pepe Maya, El Marote, Paco y Miguel Ángel Cortés, Vicente ‘El Granaíno’, Manuel Cano, Chispitas, Antonio Solera, Rafael Morales, Miguel Ochando, Emilio Maya, Rafael Santiago, David Carmona, Luis Mariano, Zárate, Francisco Manuel Díaz, y toda esa pléyade de inmensos acompañantes, de los que mi admirado Norberto Torres sabe infinitamente más que yo.
Y el tema es tan sencillo como recurrente. A mí la espina de la duda me la dejó Rafael Santiago cuando en una entrevista se manifestó molesto por el mal pago que se les da siempre a los tocaores y me hacía hincapié en que al guitarrista era al que más se le exigía en todos los aspectos: Tiene que estar bien de ritmo, afinación de guitarra perfecta, conocimiento del cante casi tanto como el cantaor mismo (o incluso más, véase Juan Habichuela) y conocimiento de todos los entresijos del baile tanto o más que el propio bailaor.
Y es verdad, hagamos una reflexión. Históricamente nunca se le ha permitido ni el más mínimo fallo al tocaor, de lo contrario, todo el peso de la culpabilidad recaía en él. El guitarrista tenía que estar afinado, a ritmo y con los cinco sentidos, no cabía error posible, sobre todo, por si el cantaor se iba de ritmo (que era lo más normal) ya que tenía que recogerlo y maquillar el error con sus mil recursos. Todas estas apreciaciones nos llevan a la conclusión que aquí el paria, el currante, el obrero, el trabajador por antonomasia, es el guitarrista… Pero… ¿está tan bien pagado como se merece?
Estamos hartos de ver en los espectáculos, en las peñas, en los festivales, en los teatros, guitarristas con una espectacular solvencia en el acompañamiento, que tienen que recoger al cantaor porque se ha ido de ritmo, o que tienen que soportar a una cantaora que desafine, o a un bailaor machacón que no sabe hacer otra cosa que series maratonianas y repetitivas de pies sin sentido ni musicalidad alguna, y sin embargo ellos, constantes, no tienen el más mínimo error.
Bien pues la cosa no queda ahí, el que escribe, después de pocos, pero suficientes años como para comprobar lo que vamos a desgranar, ha presenciado situaciones, cuando menos, que invitan a la reflexión ¿Cómo se miden las proporciones en el flamenco, es decir, lo que cobra la figura y lo que cobra el guitarrista? Lógicamente todos pensaremos que eso es criterio del cantaor o bailaor que contrate, porque claro, no está regulado de forma alguna, y ni los guitarristas se ponen precio porque no son ingenuos y saben de sobra que no se lo van a respetar.
Pero vayamos en busca de ejemplificaciones. Partiendo de la base que aquí cada uno es muy libre de ponerse precio, ojo que eso no lo vamos a criticar, pero si voy a poner en duda o sobre la mesa el que se diga que los guitarristas están hoy día del todo considerados, porque si nos atenemos a lo económico, la cosa deja mucho que desear. En lo económico y en lo artístico, ya que estamos hartos de ver carteles en los que los nombres de los cantaores brillan como la aurora boreal y los guitarristas a penas si se pueden leer, y luego, como les digo, ve uno en el escenario que el guitarrista ha superado, con creces, al cantaor. ¿No habría que protestar un poquito, queridos míos? Y estamos hartos de ver que en los programas de radio y televisión se omitan los nombres de los guitarristas, aunque no el del bailaor o el cantaor. Me parece supermegafuerte, o sea…
Ahora bien, vayamos al grano. Haciendo un estudio de las peñas flamencas que hemos frecuentado y conocido (alrededor de una treintena) siguen patrones muy parecidos en lo económico, contratan a figuras de cante y les pagan dentro de sus limitadas posibilidades, por ponerles un ejemplo, 1.800 euros al cantaor que viene de figura, pero… ¿Cuánto le pagan al guitarrista si lo contrata la propia peña? Pues 300 como muchísimo… Ahora si son cantaores locales que vienen por unos 600 euros, el guitarrista se tiene que conformar con 150 o 180 euros siendo generosos.
Bien, pues si quieren más, ahí va un dato muy curioso (volvemos a insistir que hablamos en términos generales, siempre hay excepciones) Figuras que cobran por encima del millón de las antiguas pesetas, es decir, por encima de los 6 mil euros, ¿Cuánto le pagan al guitarrista? Pues si conocen alguno ustedes que les pague más de 750 euros preséntemelo que le de la enhorabuena, porque lo más normal es que el margen esté entre 450 y 600 euros.
Con esto no quiero hacer ninguna crítica a los cantaores o bailaores que son figuras, en absoluto, simplemente remover un poco la conciencia y reflexionar si no haría falta un debate en torno a estas cuestiones y que los guitarristas se pusieran las pilas y reivindicaran el sitio que merecen.
REFLEXIÓN DE LA SITUACIÓN DEL GUITARRISTA ACOMPAÑANTE
El asunto del guitarrista es algo que siempre me ha llegado al corazón. Todo cantaor lleva un guitarrista dentro, sobre todo un guitarrista de acompañamiento, lo mismo que todo guitarrista tiene su cantaor, su modelo de cantaor, en la cabeza, y no son pocos los ejemplos de guitarristas que cantan (y muy bien, véase Antonio Carrión) y de cantaores que tocan la guitarra de forma muy aceptable. Pero vamos por otros derroteros, vamos a decir algo que quizá no se ha dicho nunca, y lo decimos desde Graná, porque creemos justo y necesario que los guitarristas tomen un poco de conciencia y sobre todo reivindiquen el sitio que merecen.
Cuando me refiero a lo de ‘lo decimos desde Graná’ me refiero a la responsabilidad que supone hablar de estos temas desde la tierra de Los Ovejillas, Juan, Pepe, Luis y Carlos Habichuela, Agustinillo, Miguel ‘El Santo’, Pepe Maya, El Marote, Paco y Miguel Ángel Cortés, Vicente ‘El Granaíno’, Manuel Cano, Chispitas, Antonio Solera, Rafael Morales, Miguel Ochando, Emilio Maya, Rafael Santiago, David Carmona, Luis Mariano, Zárate, Francisco Manuel Díaz, y toda esa pléyade de inmensos acompañantes, de los que mi admirado Norberto Torres sabe infinitamente más que yo.
Y el tema es tan sencillo como recurrente. A mí la espina de la duda me la dejó Rafael Santiago cuando en una entrevista se manifestó molesto por el mal pago que se les da siempre a los tocaores y me hacía hincapié en que al guitarrista era al que más se le exigía en todos los aspectos: Tiene que estar bien de ritmo, afinación de guitarra perfecta, conocimiento del cante casi tanto como el cantaor mismo (o incluso más, véase Juan Habichuela) y conocimiento de todos los entresijos del baile tanto o más que el propio bailaor.
Y es verdad, hagamos una reflexión. Históricamente nunca se le ha permitido ni el más mínimo fallo al tocaor, de lo contrario, todo el peso de la culpabilidad recaía en él. El guitarrista tenía que estar afinado, a ritmo y con los cinco sentidos, no cabía error posible, sobre todo, por si el cantaor se iba de ritmo (que era lo más normal) ya que tenía que recogerlo y maquillar el error con sus mil recursos. Todas estas apreciaciones nos llevan a la conclusión que aquí el paria, el currante, el obrero, el trabajador por antonomasia, es el guitarrista… Pero… ¿está tan bien pagado como se merece?
Estamos hartos de ver en los espectáculos, en las peñas, en los festivales, en los teatros, guitarristas con una espectacular solvencia en el acompañamiento, que tienen que recoger al cantaor porque se ha ido de ritmo, o que tienen que soportar a una cantaora que desafine, o a un bailaor machacón que no sabe hacer otra cosa que series maratonianas y repetitivas de pies sin sentido ni musicalidad alguna, y sin embargo ellos, constantes, no tienen el más mínimo error.
Bien pues la cosa no queda ahí, el que escribe, después de pocos, pero suficientes años como para comprobar lo que vamos a desgranar, ha presenciado situaciones, cuando menos, que invitan a la reflexión ¿Cómo se miden las proporciones en el flamenco, es decir, lo que cobra la figura y lo que cobra el guitarrista? Lógicamente todos pensaremos que eso es criterio del cantaor o bailaor que contrate, porque claro, no está regulado de forma alguna, y ni los guitarristas se ponen precio porque no son ingenuos y saben de sobra que no se lo van a respetar.
Pero vayamos en busca de ejemplificaciones. Partiendo de la base que aquí cada uno es muy libre de ponerse precio, ojo que eso no lo vamos a criticar, pero si voy a poner en duda o sobre la mesa el que se diga que los guitarristas están hoy día del todo considerados, porque si nos atenemos a lo económico, la cosa deja mucho que desear. En lo económico y en lo artístico, ya que estamos hartos de ver carteles en los que los nombres de los cantaores brillan como la aurora boreal y los guitarristas a penas si se pueden leer, y luego, como les digo, ve uno en el escenario que el guitarrista ha superado, con creces, al cantaor. ¿No habría que protestar un poquito, queridos míos? Y estamos hartos de ver que en los programas de radio y televisión se omitan los nombres de los guitarristas, aunque no el del bailaor o el cantaor. Me parece supermegafuerte, o sea…
Ahora bien, vayamos al grano. Haciendo un estudio de las peñas flamencas que hemos frecuentado y conocido (alrededor de una treintena) siguen patrones muy parecidos en lo económico, contratan a figuras de cante y les pagan dentro de sus limitadas posibilidades, por ponerles un ejemplo, 1.800 euros al cantaor que viene de figura, pero… ¿Cuánto le pagan al guitarrista si lo contrata la propia peña? Pues 300 como muchísimo… Ahora si son cantaores locales que vienen por unos 600 euros, el guitarrista se tiene que conformar con 150 o 180 euros siendo generosos.
Bien, pues si quieren más, ahí va un dato muy curioso (volvemos a insistir que hablamos en términos generales, siempre hay excepciones) Figuras que cobran por encima del millón de las antiguas pesetas, es decir, por encima de los 6 mil euros, ¿Cuánto le pagan al guitarrista? Pues si conocen alguno ustedes que les pague más de 750 euros preséntemelo que le de la enhorabuena, porque lo más normal es que el margen esté entre 450 y 600 euros.
Con esto no quiero hacer ninguna crítica a los cantaores o bailaores que son figuras, en absoluto, simplemente remover un poco la conciencia y reflexionar si no haría falta un debate en torno a estas cuestiones y que los guitarristas se pusieran las pilas y reivindicaran el sitio que merecen.
Juan Pinilla
foto de M.Mateo
2 comentarios:
Querido Pinilla:Estupenda esta reflexión sobre la situación de los guitarristas acompañantes.Es de Ley.
Solo has olvidado decir que son muchos los discos, las grabaciones realizadas que no olvidan destacar al cantaor-a pero en las que no hay forma de encontrar al que toca y que en muchas ocasiones ha hecho las veces (como dices)de autentico director musical.
El enorme"salto" cualitativo y cuantitativo que se ha dado en la guitarra flamenca creo que no tiene antecedentes en nuestra historia musical y comparto contigo,absolutamente,la consideración de que esto no está reflejado ni en tratamiento publicitario ni en tratamiento economico del tema.
Me gusta tu blog y me gusta muchisimo que tengas la frescura,el desparpajo y la constancia en reivindicar tanto desatino.
Un abrazo. Lola Maiztegui
juan ademas de ser un artista grande,mas grande es tu persona,k buena gente eres,viva tu por tu arte,y por lo que recuerdas a todos nuestros artistas granainos antiguos.un abrazo flamenco.paco fdez heredia
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